AULAS COLABORATIVAS: Espacios para educar en el S.XXI

Las escuelas actuales requieren aulas donde los estudiantes puedan agruparse en equipos pequeños para trabajar en proyectos o actividades específicas. Esta dinámica fomenta la comunicación, la resolución de problemas conjunta y el aprendizaje mutuo. Los niños aprenden a escuchar y respetar las ideas de los demás, a expresar sus propias opiniones y a llegar a acuerdos en un entorno de apoyo y cooperación. Estas habilidades son esenciales en la vida cotidiana y en el ámbito laboral, donde el trabajo en equipo y la capacidad de colaborar con otros son cada vez más valorados.

A medida que los centros educativos adoptan un enfoque basado en la amplitud de miras, la flexibilidad y la colaboración, van rediseñando las aulas para que reflejen ese cambio.

Puesto que las aulas empiezan a considerarse "el tercer profesor" (después de los padres y los educadores), los centros intentan diseñarlas de tal manera que se promuevan la creatividad, la colaboración y la flexibilidad. Se huye pues, de la 'escuela-cárcel'. El diseño arquitectónico busca expresamente apartarse del diseño escolar convencional. Rehúye la uniformidad, la estandarización. Situando al proyecto arquitectónico al servicio del proyecto pedagógico.

Las aulas flexibles, en las que los tabiques móviles son protagonistas, permiten organizar los espacios de diferentes formas y tamaños, asegurando su sencilla adaptación a cualquier actividad propuesta por el currículo escolar de forma rápida y silenciosa. Estos son algunos elementos clave a considerar a la hora de diseñarlas:

Espacios flexibles: Las aulas colaborativas deben ser flexibles y adaptables a diferentes configuraciones según las necesidades de las actividades. Es importante contar con muebles y mobiliario fácilmente movibles, como mesas y sillas que se puedan reorganizar en grupos pequeños, en forma de círculo o en cualquier otra disposición que favorezca la colaboración y espacios divisibles que se conviertan en espacios reducidos o diáfanos en función del momento.

 

Áreas de presentación y discusión: Es útil contar con un espacio central o una pizarra grande donde los estudiantes puedan presentar sus proyectos, compartir ideas y llevar a cabo discusiones grupales. Esto fomenta la participación activa de todos los estudiantes y les brinda la oportunidad de expresar y defender sus puntos de vista.

 

Espacios para la individualidad: Aunque el enfoque principal es la colaboración, también es importante considerar la necesidad de espacios para el trabajo individual. Esto puede requerir áreas más tranquilas y apartadas donde los estudiantes puedan concentrarse en tareas específicas, leer o reflexionar sin interrupciones. Los tabiques móviles acústicos pueden ser una solución si el centro educativo no dispone de espacios apartados.

 

Iluminación adecuada: La iluminación es un aspecto clave en el diseño de cualquier espacio educativo. Las aulas colaborativas deben tener una iluminación natural adecuada, con ventanas amplias que permitan la entrada de luz del día. Además, es importante contar con iluminación artificial ajustable para adaptarse a diferentes necesidades y actividades. Los tabiques acristalados permiten aislar espacios sin comprometer la luz. Mira este ejemplo en una escuela de Barcelona.

 

Colores y decoración inspiradora: El uso de colores y decoración en las aulas colaborativas puede ser una herramienta poderosa para crear un ambiente estimulante y acogedor. Se pueden utilizar colores vivos y motivadores, carteles o murales que muestren el trabajo de los estudiantes y elementos decorativos que reflejen la diversidad y la inclusión. Mira este proyecto dónde las paredes se convirtieron en murales.

 

Sin duda, las aulas colaborativas desempeñan un papel fundamental en los nuevos métodos de enseñanza en primaria. Fomentan el trabajo en equipo, la comunicación efectiva, el desarrollo de habilidades sociales y la inclusión de todos los estudiantes. Además, promueven el aprendizaje activo y significativo, permitiendo que los niños sean protagonistas de su propio proceso educativo. En un mundo cada vez más interconectado y colaborativo, estas habilidades y competencias son esenciales para preparar a los estudiantes para el futuro.